[03/53] Seamos sinceros desde el inicio: no todas las personas quieren cambiar el mundo. Hay una gran mayoría que se conforman con «ir tirando«, con «disfrutar del tiempo libre y estar con las personas que quieren» y con «ser buenos en su trabajo y que sea reconocido«. Y es lo más normal. Excepto cuando entras en el mundo de las startups, esas empresas normalmente jóvenes, tecnológicas, de alta incertidumbre, donde conceptos como escalabilidad, growth hacking o lean están a la orden del día.
Si trabajas en una startup todo suele girar en torno al crecimiento y la búsqueda de inversión externa. Para poder cambiar el mundo a mejor. Y ahí empiezas a despegar del suelo y transportarte a una realidad paralela.
Mi madre puede entender que yo diseñe una página web, se la venda a un cliente y éste me pague. Pero convencerla de que un señor pone de su bolsillo unas decenas de miles de euros para que yo me los gaste en desarrollar una idea, un prototipo, un plan de negocio o lo que sea que tenga entre manos, ya le escama. Si empezamos a hablar de rondas de financiación en las que das un porcentaje de tu compañía a cambio de medio millón de euros mientras todavía sigues sin facturar lo suficiente como para irte de cena de Navidad, entonces directamente te dice que espera no tener que llevarte la comida a la cárcel.
Sin embargo, ninguno de estos escenarios es ajeno a alguien que haya estado o esté metido en el mundillo. Además, nunca te vas a sentir solo: eventos de emprendedores, charlas con inversores, presentaciones de startups y aceleradoras, blogs especializados, viajes organizados a San Francisco, Tel Aviv, Berlín o Londres, ferias del sector, conferencias locales o internacionales… En un país pequeño como España, al final todo el mundo se conoce, vas coincidiendo con las mismas personas en varios lugares y terminas convirtiéndolos en tu círculo de amistades más íntimo, con el que compartir charlas sobre contratación, estrategias, experiencias y valoraciones.
Recuerdo pasar muy buenos ratos entre chivito y chivito con otros emprendedores en un bar que estaba junto a las oficinas donde trabajábamos los seleccionados por Lanzadera en su primera edición. Un local que tuvo que cerrar por la presión de unas deudas que no llegaban a las cinco cifras. Unos problemas «reales» de mucha gente hoy en día, y es que allá donde vayas te encuentras bajos vacíos que se alquilan y comercios que cierran día sí y día también.
No quiero decir que el mundo startup sea una burbuja, pero sí que es un negocio en el que todo el que entra debe saber claramente lo que hay. Los inversores buscan obtener beneficios y sacar la mayor rentabilidad posible a su dinero –como es natural–, el CEO tendrá que convertir su idea en un verdadero negocio –y ni es sencillo, ni se logra de la noche a la mañana–, y las demás piezas de la empresa tienen que saber que no va a valer con cubrir gastos y que por mucho que las cosas pinten bien, las posibilidades de que en unos meses tengas que buscarte otra cosa, son grandes.
Lo que sí creo que no se nos debe olvidar es que hay muchos otros emprendedores ahí fuera, que no llenan páginas de revistas o suplementos, que no tienen tiempo para leer blogs, que no tienen aplicaciones móviles o plataformas web, pero que intentan sacar adelante negocios tradicionales, o modernizar algún sector que aún no ha dado el salto al siglo XXI. Que no tienen inversiones millonarias ni ansias de cambiar el mundo, más allá del de la gente que les rodea. Que desean «ir tirando» y poder desconectar los fines de semana después del trabajo bien hecho.
A todos ellos, a los que probablemente haya olvidado en muchos momentos estos dos últimos años, gracias por vuestro esfuerzo.
Yo, que soy de las que tiran, pero también soy de las que leen blogs, revistas, voy a encuentros de emprendedores y bla bla bla creo que no sólo nos olvidas tu, nos olvidan en general.
Si no trabajas vendiendo «ideas», si estás en industria o en un bar de esquina, es difícil aplicar todas esas ideas que hay en blogs, revistas o encuentros, es difícil modernizar cómo clavar un clavo, o hacer horarios conciliadores con la vida personal del trabajador si estas en una obra…
No es cuestión de no querer cambiar el mundo, ni saber cómo, está más cerca del no poder que del no saber o querer y para eso ni hay blogs, ni revistas, ni encuentros, ni nada de nada.
Y muchas veces las inversiones necesarias para que haya un cambio real y visible en esos negocios son mucho más pequeñas, pero al no ser rentables para el inversor y los bancos tener cerrado el acceso al crédito, es una situación bloqueada :(
Bua, pues la respuesta era más larga pero se me ha cortado, si es que los olvidados no sabemos de webs!xDD