Mi pequeña habitación

11/01/2009

Siendo generosos, mi habitación tiene unos 10 metros cuadrados. Lo suficiente para una cama, un armario, un montón de baldas, una mesa, una silla y una pequeña nevera. El mobiliario parece viejo, pero no lo está. Es como si lo hubieran comprado en un Ikea de 1970. La primera impresión fue un… ‘pues no está tan mal’, porque sabiendo que pago unas 3100 coronas checas (unos 120 euros al cambio) me esperaba el último agujero de la galaxia para mi. Después ves que tienes una conexión de 10 megas y terminan de convencerte, ‘esto es mejor que mi casa’. Y para más sumar, la rústica ventana de madera ajusta tan perfectamente que gracias a su doble cristal (y a que sospecho que los tubos de la calefacción central salen de justo debajo de mi cuarto) puedo estar normalmente en manga corta y descalzo en mi habitación, sin encender mi radiador, cuando en el exterior se anda a cinco grados bajo cero.

En esta residencia, en Manesova, el ambiente es muy distinto al que se vive en Kolejní. Aquí se respira tranquilidad, a veces demasiada, pero pega mucho más con mi manera de ser. No hay muchos estudiantes erasmus y sí muchos asiáticos que aprenden checo en un momento y dan clases como un checo más. Su ritmo de vida es totalmente opuesto al mío, cocinan un montón, son muy tímidos y parecen responsables (menos cuando se empiezan a pasar las llaves de la lavandería entre ellos que parecen trileros) He de reconocer que no me he relacionado mucho con la gente de aquí, y que el hecho de que mi puerta sea la primera de un pasillo de veinte no ha ayudado. Imagino que si viviera en la número 20 al menos me cruzaría con la gente, pero aquí no me cruzo con nadie más que con mis vecinos italianos.

Pero aunque no pase semana en la que no me digan la famosa frase ‘pero vente a kolejní‘ ni lo pienso. Soy feliz aquí. He vivido los últimos siete años en mi propia casa en Santander y me he acostumbrado a pasar mucho tiempo solo con mis pensamientos, con mi música y con mis rollos. Y eso lo tengo aquí también. Y siempre que quiero fiesta, ver gente y sociabilizarme no tengo más que andar quince minutos hasta la otra residencia. A veces pienso que vivo demasiado independiente, pero no puedo hacer otra cosa, soy así, y esta habitación me ha venido perfecta para afirmarme en mi manera de ser. Y no, no me voy a kolejní, que no.

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