En una de esas conversaciones de viernes por la noche me lanzaron una pregunta que no debiera haber supuesto ningún problema responder: ¿cuales son las Siete Villas? Y es que, con cartel polémico mediante, Santoña forma parte de ellas desde hace siglos. Santoña, Argoños, Escalante… Noja, Bareyo… y me dejé Meruelo y Arnuero y poco más y meto a media Cantabria, o al menos a toda la comarca de Trasmiera.
Y es que a la hora de hablar de historia de Cantabria, más allá de los nombres de Laro y Corocotta, y la historia de este último cuando fue en persona a entregar su cabeza por la que habían puesto precio los romanos a un campamento durante las Guerras Cántabras, poco más sé. Y encima cuanto más se estudia sobre estos temas más se alejan de históricos para convertirse en mitos (al final, Corocotta, ni cántabro, ni héroe)
Sinceramente envidio a los jóvenes de esas llamadas comunidades históricas a los que al menos se les ha inculcado un conocimiento sobre su propia historia. Podríamos discutir sobre el uso de la misma de manera partidista, radical o alterada para manipular de una u otra manera (ya sabemos quién escribe la historia) pero al menos tienen una base de hechos verídicos que yo desconozco de mi región.
No es que no haya historia que contar -en el salón de mi casa hay un montón de libros sobre el tema- pero creo que en ningún momento se nos inculca un poco de sentimiento por «La Tierruca». Y es que si nos paramos a pensar, toda esta historia no deja de ser la vida de nuestros antepasados. Mis padres son de Santoña, mis abuelos eran de Santoña, sus padres también. Y probablemente, si seguimos generaciones hacia atrás, serán muchas de nuestras familias las que fueron convirtiendo nuestra tierra en lo que conocemos ahora.
No sé cómo será la educación actualmente, pero en mis tiempos, a excepción de un curso en el colegio (¿5º de EGB? no me llega la memoria, sólo recuerdo el libro de sociedad con el bisonte de Altamira en la portada) ni se me enseñó, ni se me animó a conocer más sobre lo más cercano. De hecho sé mucho más del arte mesopotámico o de las herramientas que se usaban en el Paleolítico medio que de lo que pasó hace quinientos años donde estoy sentado ahora mismo.
Eso sí, merchandising para ganar dinero con la Estela de Barros que no falte.
Una reacción a “Desconocimiento histórico”