Y llegó el calor

23/07/2010

Y fundió mis energías. Me acostumbré los últimos veranos de mi vida a estar en la casa de la playa al fresco en habitaciones inmensas, de techos altos y ventanales abiertos, que no dejaban que la sensación de calor se agolpase en ningún lado. Me acostumbré a pasar las horas contemplando las olas de Berria por mi ventana, desde la primera hora de la mañana hasta que la oscuridad sólo hacía reconocibles algunos barcos pesqueros a lo lejos. Raras veces bajaba a la playa más que para dar algún paseo a las siete de la tarde cuando la gente recogía y el sol empezaba a dar tregua tras el Brusco, pero aún así el verano era sinónimo de playa, de gente protegiéndose del viento en las dunas, y de mar. Y este año todo es distinto. Ya lo fue el verano pasado, pero este, es aún más distinto.

Esta vez estoy en un país sin costa, a más de 700 kilómetros del Mar Báltico al norte o del Mar Adriático al sur y el calor aprieta más de lo que estoy acostumbrado que apriete en la suave Cantabria. Como alguno de vosotros ya sabéis, ando en Brno de nuevo. Como bien me apuntó Nacho, no debería ser novedad ya que el título de este blog lo dejaba claro, pero parece que definitivamente -y tras más de cuarenta horas de bus- encontré un camino de vuelta a esta ciudad que me hace sentir misteriosamente tranquilo. ¿Y qué hago aquí? Principalmente pasar calor de la mañana a la noche, a más de treinta grados y quejándome todo lo que puedo y más. Después de algo más de una semana creo que me voy acostumbrando y podré hacer cosas más interesantes. Hasta entonces seguiré dando vueltas en mi cabeza al plan de ruta perfecto para que todo salga como está soñado. Seguiré informando, espero que más a menudo.

Para los antiguos habitantes de esta ciudad sólo decir que todo sigue igual que cuando os marchasteis, excepto que todo Ceska está levantado de obras y el tranvía 13 (el 12 lo han quitado) ya no llega hasta la estación y hay que buscar alternativas. La cerveza sigue estando igual de buena y de barata, las recepcionistas de Kolejní -sí, de momento estoy alojado en la residencia de la que huí durante todo el curso pasado- siguen derrochando simpatía (ya he oído historias de que los últimos erasmus españoles fueron desastrosamente peores que nosotros) y Jakub sigue hablando español como si fuera del mismo centro de Sevilla de toda la vida.

2 reacciones a “Y llegó el calor

  1. eltiotim dice:

    joder, normal que eches de menos la playa de berria, que la echo de menos hasta yo! y a la abuela surfista tambien…

  2. Y esos mates que hacíamos en la canasta hasta altas horas de la noche… y esas comidas interminables… eramos jóvenes… míranos ahora… hombres de mundo!

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