Hace ya quince días que terminé el proyecto, pero sigo echando de menos el pensar diariamente en una foto que resuma bien mi estado mental, mi estado físico o simplemente la aventura en la que había estado ocupado esas últimas horas. «1 Fracción 1 Día» comenzó como un pequeño reto de una tarde aburrida de domingo y acabó convirtiéndose en una batalla por demostrarme que podía ser constante haciendo algo cada día sin excusas (aparte de dormir y comer). Y ahora, más de un año después puedo decir orgulloso que gané esta lucha contra mi yo más vago.
Pero más allá de la sensación de triunfo en una guerra que siempre hubiera pensado perdida de antemano, también he ganado un álbum de recuerdos único y muy especial. Puedo echar la vista atrás y recordar dónde y cómo estaba cada uno de los días del último año, y la verdad es que han sido unos meses bastante movidos. Hay fotos en muy variopintos lugares: Santander, Santoña, Oviedo, Gijón, la frontera checo-alemana, Brno, Praga, Marín, Pontevedra, Poio, camino de Lugo, Santiago de Compostela y Bruselas. Hay también decenas de fotos de detalles de los cuatro sitios en los que he vivido y de las respectivas mudanzas: del piso de Santander a mi habitación de toda la vida en Santoña, de ahí a la residencia Kolejní en Brno, de donde salté al garaje del señor Koci en la misma ciudad para volver con 50 kilos de equipaje de nuevo a mi hogar de siempre.
Ha sido un año de cambios, de planes, de ilusiones, de miedos y de ganas por convertir en realidad las cosas en las que creo. Ha sido un montón de pequeñas cosas cada día, de días vacíos y de días en los que una docena de fotos no hubiera sido suficiente. Ha sido un año en el que descubrí que lo importante no es sólo la cámara, sino la mirada del que está detrás del objetivo. Ha sido un gran año. Y he podido compartirlo con el mundo, con mi mundo, y con el que quiera cotillear la cuenta de Flickr destinada al «1 Fracción 1 Día». Si alguno se está planteando crear un proyecto de 365 fotos, desde mi experiencia no puedo hacer otra cosa más que empujaros a ello. Quizá durante el año hay semanas en las que se vuela la inspiración y no te gustan las fotos que haces, pero eso se borra todo el día que terminas y puedes contemplar tu pequeña (o gran) obra de arte.
Ahora sólo queda dar las gracias a la gente que me apoyó, que me obligó, que me ayudó y que visitó cada día el proyecto, y lo más difícil, rellenar el vacío diario de «creatividad»… escribiendo en este blog de momento.