No hace ni tres meses escribía sobre que la web siempre estaría ahí, un pequeño alegato sobre la web abierta y sus ventajas con respecto a plataformas cerradas para consumir información. Ya fueran aplicaciones móviles (el dispositivo al que se está trasladando la mayor parte de nuestro tiempo conectados) o webs que facilitaban la creación y distribución de contenidos como los Instant Articles de Facebook o el propio Medium. Hoy quiero profundizar un poco en los problemas y soluciones que tenemos entre manos y cómo está en nuestras manos estar siempre un paso por delante.
La web abierta vs. las plataformas que desean tu contenido
Hace un par de semanas saltó la noticia de cómo Google había cerrado y eliminado sin previo aviso el blog del controvertido artista Dennis Cooper, después de 14 años generando y compartiendo contenido. La multinacional, apoyada en sus términos y condiciones no necesita más que un par de clics para hacer desaparecer de la red una vida de trabajo. ¿Se debe confiar en un tercero para ser la casa de nuestros contenidos?
Uno puede pensar que su blog, o su página corporativa, nunca va a ser motivo de persecución o de atentar contra unos términos y condiciones, pero no somos nosotros quienes ponemos las reglas. Seguro que conocéis a más de una empresa que se ha llevado todo su contenido a Facebook porque es donde están sus fans, o sus compradores y, después de haberlo apostado todo a Zuckerberg, de repente sus publicaciones dejan de tener el alcance de antes y cada vez es menor. Ahora te piden pagar para que te promociones, para llegar a más gente. Y cada vez hay más competencia y es más caro impactar a tu público objetivo. ¡Pero esto no era así antes! Cierto, pero es su plataforma y son sus normas.
En un momento en el que la mayoría de publicaciones en papel se están pasando al online y a su vez se están pasando con los banners hasta límites escandalosos (muy interesante este artículo de Todd Garland sobre por qué hay que dejar de culpar al usuario de adblockers y más mirarse a uno mismo) ha llegado Medium como salvador. Una plataforma muy sencilla, cómoda de usar y que cada vez promete más alcance para los contenidos, monetización y ventajas.
Se ha escrito mucho sobre Medium y Ev Williams pero destacaría un artículo si queréis profundizar sobre ello: un perfil en The Atlantic cuyo subtítulo es «Ev Williams se convirtió en millonario ayudando a crear la web libre y abierta. Ahora, está apostando en contra de ella«. El creador de Blogger (y uno de los de Twitter) intenta acaparar publicaciones, periodistas y creadores de contenido con legiones de seguidores para su plataforma -cerrada- de blogs.
En la entrevista que Brian Krogsgard hizo en la WordCamp Europe de Viena a Matt Mullenweg (uno de los creadores de WordPress), este último aseveró que «nuestros competidores tienen que gastar cientos de miles de dólares para competir contra WordPress», y añadió también «Medium tiene un buen WYSIWYG, pero eso es todo. No ofrece la misma flexibilidad que WordPress». Sea por un motivo o por otro, es indudable que es una amenaza a día de hoy para una web abierta llena de contenido de calidad. ¿Qué pasará si mañana Medium decide monetizar de manera intrusiva su plataforma? ¿O si decide que no cumples con sus términos y condiciones? ¿Es lógico apostar todo nuestro contenido a una plataforma privada sometida a vaivenes de inversores, acciones o rondas de financiación?
¿Dónde quedó la innovación en el diseño web?
Está claro que si en algo acertó Medium fue tanto en su diseño de cara al lector como en su editor de cara al creador de contenido. Obra del estudio Teehan+Lax (que en 2015 fue comprado e integrado en Facebook) es un gran caso de estudio sobre cómo desarrollar una plataforma adaptada a los tiempo que corrían (móviles en todas partes, barras laterales llenas de banners…). Desde entonces la mayoría de los blogs hemos simplificado mucho los diseños para ofrecer experiencias de lectura mucho mejores a nuestros visitantes.
Y es que el diseño de la web es un tema fundamental, tanto en su desarrollo histórico como en su desarrollo futuro. Hay un episodio (el 115) del podcast de Jen Simmons «The Web Ahead», titulado «Prediciendo el futuro con Rachel Andrew, Eric Meyer y Jeffrey Zeldman» en el que estas cuatro personalidades (no sé cuál es el adjetivo correcto en este caso, pero sin sus aportaciones continuas a la web no estaríamos aquí, así, ahora) discuten sobre cómo hemos llegado hasta aquí y que nos espera en los próximos años.
Uno de los aspectos más llamativos de la charla es cuando comentan que se ha perdido la innovación del diseño en la web. Durante muchos años, cuando no había estándares, se luchó por ellos. Cuando apareció Flash, todo el mundo innovó con nuevos diseños, interfaces, etc., y finalmente se consiguió que con HTML, CSS y Javascript se pudiera hacer lo mismo que con esa tecnología tan problemática como era la de Adobe (antes Macromedia).
¡Oh cielos, Flash! Matt Griffin escribió en ‘The Future of the Web‘ en A List Apart lo siguiente:
¿Qué pasa con Flash? Igual que con las tablas, me imagino los abucheos sonoros desde la audiencia. «¡Booh, Flash!» Pero si Flash era tan terrible, ¿cómo terminamos con una web llena de sitios hechos en Flash? Te diré por qué: vídeo, audio, animaciones y consistencia en todos los navegadores. ¿En 1999? Por supuesto que quiero un sitio en Flash. Una vez los autores tuvieron entre manos una herramienta que les permitía hacer todas esas cosas increíbles, llevaron al mundo del diseño web a una nueva era de innovación y experimentación.
Pero de nuevo con falta de semántica, enlazabilidad e interoperabilidad. Y mientras estábamos en ello, nos deshacíamos de una plataforma abierta y sin derechos de autor. Ups.
No pasó mucho tiempo, de todos modos, antes que la web nativa tuviera que sentarse y tomar nota. Principalmente por lo que los autores habían expresado a través de Flash, terminamos con cosas como HTML5, Ajax, SVGs y animaciones CSS3. Sabíamos los resultados que queríamos, y la web sólo necesitaba evolucionar para darnos una solución mejor que el Flash. En resumen: para llegar donde quieres ir, tienes que hacerlo mal primero.
Durante mucho tiempo todos queríamos poder tener un cabecero, un slider, unos bloques de texto con imágenes y un pie de página, y una vez que lo conseguimos de manera sencilla… nos paramos ahí. Por eso tantas webs hoy en día parecen iguales. Y por eso el papel, las revistas, siguen siendo un pequeño oasis en el diseño, porque permiten cosas que la web aún no (hasta que llegue el CSS Grid, cada vez más implementado en versiones de desarrollo de navegadores y en proceso de estandarización).
Se ha escrito bastante últimamente sobre este acomodamiento, artículos como Why web design is losing its soul? de Noah Stokes o Why have today’s designers stopped dreaming? en Creative Bloq y parece que está claro tanto el cómo hemos llegado hasta aquí (el diseño web responsive y adaptativo, las plantillas, los avances en patrones y experiencia de usuario) como cuál es la solución: volver a traer la magia al diseño web. Está en nuestras manos, en nuestras creaciones, mejorar, inventar, imaginar y experimentar. Aprender de lo que hacemos mal, de lo que otras plataformas hacen bien y trasladarlo a la web abierta.
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