Domingo. 22:47 de la noche (con cambio de hora incluido). En el primer post de este «proyecto» rumbo a la WordCamp Madrid comentaba mi intención de escribir una entrada a diario (gracias Fernan por inmortalizarlo en un comentario y así no poder editarlo después). Y hoy casi no llego. Pero aquí estoy empezando a escribir.
Lo lógico es pensar… «pero hombre, escríbete unos cuantos para poderlos ir sacando en ocasiones como esta» o «qué más da, si es domingo por la noche y tampoco lo va a leer nadie«. Pero claro, si el objetivo es escribir un poco cada día para ir pillando costumbre, quedaría un poco feo dedicarle unas horas un único día y luego ir soltándolo todo a lo largo del mes. Así no se crea hábito.
Si este fuera un proyecto coral de más personas dentro de un equipo o una empresa, si fuera un blog corporativo con unos objetivos diferentes, si tuviéramos un calendario editorial que cumplir, tendría sentido dejar artículos programados con tiempo. Porque la inspiración no va a llegar siempre en ese plazo de X minutos que tienes marcados para escribir. Porque hay otras personas u otros departamentos que dependen de esos contenidos. Porque te has comprometido con alguien o porque tal vez el artículo sólo tiene sentido en una fecha en especial.
Pero en un blog personal yo creo que no tiene mucho sentido. Si puedes publicar, publica. Si no puedes, no hay que volverse loco con el tema. Uno siempre es su crítico más crítico y se pone en lo peor. Yo, con la experiencia que he ido teniendo por ejemplo con Enlace Permanente, he descubierto que la gente es muy consciente de que los que estamos al otro lado haciendo cosas somos humanos y no máquinas.
Enlace Permanente, si no lo conocéis, es un artículo semanal (también una newsletter) que sale todos los viernes por la mañana, entre las siete y las nueve, según lo que madrugue, en el que publico una lista de los diez artículos sobre WordPress publicados en los últimos siete días que más interesantes me han parecido. Ya van 108 ediciones, 108 viernes en los que he estado ahí al pie del cañón, que se dice fácil. Pero no han sido 108 semanas seguidas, ha habido tres o cuatro en las que por un motivo u otro (estaba de viaje, tenía infinito trabajo, estaba enfermo…) no publiqué. Y la gente no se lanzó a quemar mi página web ni a criticarme. Lo comprendieron y ya. Hasta la siguiente semana.
Así que no os agobiéis cuando os propongáis este tipo de proyectos si es que lo hacéis. La gente es comprensiva. Si programáis bien. Si no lo hacéis -yo creo que no hace falta-, bien también. Es vuestro blog personal, vuestro espacio, el lugar donde los demás podemos conocer un poco más de la persona, ya sea a través de tutoriales y su forma de explicar, de sus fotos y su forma de expresarse o de artículos como este en un día en que he preferido estar con la familia y disfrutando de las horas de sol (tampoco muchas, que aún estamos de resaca del temporal) en lugar de obligarme a escribir porque sí.
Nos leemos dentro de otro rato.
Por alusiones :)
Cuando los blogs eran blogs, todos estabamos pendientes del lector de feeds para ver qué cosas nos encontrábamos cada día y la alegría era infinita cuando veíamos que en nuestro blog favorito había una nueva publicación.
Esa es la esencia, escribir algo nuevo cuando tengamos de qué hablar y nos apetezca hacerlo. El lector al otro lado, sabrá agradecerlo en forma de lectura intensa y no se quedará en el titular.
Está claro que si hablamos de un blog como una herramienta de marketing, el sentido es otro, y es interesante programar ese contenido para que quien esté al otro lado tenga su ración de contenido justo en el momento que se espera, como si de un programa de televisión se tratara.
Pero de todos modos, siempre es mejor el qué que el cuándo.
¡Grande! De todos modos sí que es cierto que la gente es más ‘fiel’ cuando sabe qué tal día a tal hora, o todos los días a tal hora se va a publicar algo. No sé si lo conseguiré con este blog, aunque sería una buena idea para que el ‘rato de escribir’ no fuera a una hora aleatoria cada día, pero ya iré viendo…