Vaya por delante que yo en el instituto siempre fui a clase de religión (para aprovechar todo ese espacio en la cabeza ocupado por las enseñanzas de las monjas durante diez años de colegio) y no a la de ética, pero he de reconocer que últimamente es un tema que me interesa mucho. Y, más especialmente, la ética aplicada a la tecnología y al desarrollo. La ética aplicada al sector en el que trabajo.
Probablemente a más de uno si le preguntas sobre este tema ahora mismo, le surja rápidamente el dilema ético que se está planteando en la industria de la inteligencia artificial, coches autónomos, etc., sobre, por ejemplo, qué debería hacer nuestro coche que se conduce solo en caso que la única opción posible fuera chocar contra un autobús lleno de niños o lanzarte por un terraplén. Salvar a su propio conductor a costa de la vida de los del autobús. Matarte a ti, que eres su «dueño». O algún dilema similar. ¿Quién decide lo que es correcto? No tiene fácil solución. No la ha tenido nunca a lo largo de la historia y las discusiones permanecen aunque varía precisamente la tecnología que tenemos a nuestra disposición.
Sobre este tema me dio pena no haber podido pasar por la charla ‘Los desafíos éticos de la Inteligencia Artificial‘ que dio Tino Güemes (de ATOS) hace unas semanas en Santander. Podéis consultar su presentación desde aquí, que tiene una pinta estupenda. Es un tema que dará mucho que hablar.
Pero claro, muchos de los aquí lectores hacen páginas web o aplicaciones. Productos de consumo sencillos que -por suerte- no tienen poder de decisión sobre la vida o la muerte de los usuarios -o eso creemos muchos-. ¿En serio nos afecta toda esta discusión? Por supuesto. Cada decisión que tomamos, cada cambio en el diseño, cada botón que colocamos, cada característica que añadimos, es una decisión que tomamos por nuestros usuarios o visitantes. ¿Estamos intentando hacerles la vida lo más fácil posible a todos sin distinción? ¿En base a qué tomamos esas decisiones?
Estas preguntas y muchas más tienen respuesta en este gran artículo de Morten Rand-Hendriksen: Using Ethics in Web Design. Es extenso pero merece mucho la pena leerlo. ¿Poner un script de criptominado en tu web para minar mientras tus usuarios navegan es ético? ¿Poner anuncios en cada rincón de nuestra web lo es? ¿Y publicar noticias falsas para atraer más tráfico a nuestro sitio? ¿Y olvidarnos de la accesibilidad y no permitir que ciertas personas vean nuestros contenidos?
Para responder estas preguntas y crear un sistema, Morten propone la creación de un framework ético para revisar estas preguntas y cada una de nuestras decisiones. ¿Estamos pensando en el bien de nuestro usuario final? ¿Estamos intentando construír un mundo mejor? ¿Estamos convirtiéndonos en mejores personas por el camino? ¿Estamos estableciendo unos estándares que nos gustaría que el resto del mundo en nuestra situación cumpliera también?
Relacionado también con todas estas preguntas, existe el Ethical Design Manifesto, creado por el equipo de Ind.ie y del que podemos aprender también más en este artículo de Trine Falbe. Este manifiesto (y el vídeo que lo acompaña) es una base fantástica para la creación de productos o incluso de nuestros servicios.
Alejándose de malas prácticas como el «capitalismo de vigilancia» -lamentablemente famoso estas semanas gracias a Facebook y el caso de Cambridge Analytica- de productos que almacenan o comparten nuestros datos o que trackean cada bit de nuestra vida offline y online o productos diseñados para caer en el engaño -cuántas veces pulsaste en un anuncion sin querer que un segundo antes no estaba ahí-, existe una corriente para hacer las cosas pensando en el usuario. Productos usables. Respetuosos. Confiables.
Esto vende menos en el mundo de los tiburones, las grandes corporaciones y la búsqueda del dinero fácil. Pero si suficientes nos ponemos de acuerdo, podemos mejorar nuestro futuro gracias a la tecnología y no pese a ella.
Disto mucho de entender todas las implicaciones y las posibilidades de que todo esto sea real o viable a corto plazo, pero seguiré contando por aquí mis aprendizajes y los pequeños pasos que podemos ir dando todos para mejorar como profesionales… y como personas.