En octubre de 2008, cuando vivía en Brno (Chequia), no teníamos smartphones y aún nos movíamos por la ciudad con un mapa o, principalmente, perdiéndonos hasta que nos volvíamos a encontrar.
Una de las novedades era esa red social, Facebook, de la que todo el mundo hablaba. Salías de fiesta, conocías a alguien, lo añadías al día siguiente a tu red. Mirabas entre sus amigos para añadir también a los tres o cuatro con los que estuviste hablando y tomando pivos. Y, desde allí, se organizaba todo: fiestas, clases, viajes, más fiestas…
Después de ese año se convirtió en una manera fantástica de mantener el contacto con esas personas que todos sabíamos que no nos íbamos a volver a ver nunca (o casi nunca). Un «¿qué tal te va?» aleatorio por los mensajes (¡al principio no había mensajes y simplemente escribíamos en el muro de las otras personas!) que se terminó convirtiendo en una felicitación de cumpleaños anual.
Y, como todo en esta vida, poco a poco se fue desvaneciendo ante la falta de interés.
Cuando la red perdió su utilidad
Con el paso del tiempo cada vez más gente se fue registrando: los compañeros de clase del colegio, la familia cercana y lejana, la gente de ese curso de la universidad, los padres de tus compañeros de clase del colegio…
E inevitablemente, teniendo a tanta gente a la que disparar, llegaron las páginas de empresa, los anuncios, el spam, el aburrimiento. Los tests divertidos que al final solo querían TODOS nuestros datos.
Recuerdo que cada X tiempo hacía una limpieza de amigos y de páginas a las que seguía para intentar que mi feed fuera útil. Llegué a tener más de 800 amigos (suena terrible hasta leerlo) y la cosa fue bajando al mismo ritmo que dejé de subir fotos, actualizaciones o mandar mensajes.
Y, desde hace mucho, solo entro para contestar a mis felicitaciones de cumpleaños, y para pegar los enlaces a mi blog (y la semana pasada ni siquiera lo hice).
Cuando la red se quitó su careta
Aparte del poco uso que le puedo dar, Facebook no ha hecho nada bueno por convencerme para quedarme, sino todo lo contrario.
Tal vez hayáis oído el boicot que muchos grandes anunciantes están haciendo estos días a la plataforma por su tibieza ante los contenidos que propagan odio (empezando por los del presidente Trump). No es más que la guinda de un pastel lleno de escándalos en los que ha estado la plataforma de Mark Zuckerberg.
Os recomiendo si no habéis visto en Netflix el documental «El gran hackeo» sobre el caso de Cambridge Analytica y su influencia en distintas elecciones.
Y si queréis un timeline de escándalos entre 2018 y 2020, podéis ver este artículo de Creative Future con millones de cuentas y sus datos filtrados, métricas falsas, apoyo a grupos supremacistas, multas, fake news y demás.
Poder o no poder
Alguno dirá, Juan, si tanto te preocupa tu privacidad y no seguir generando datos para Zuckerberg y compañía, tienes un botón de cerrar cuenta por ahí.
Lo sé, pero… ¿y WhatsApp? ¿o Instagram? Estamos, lamentablemente, en las mismas.
Es como intentar salir de Google (ya hablaré de ello en otro post). Puedes dejar el buscador o el correo. Pero, ¿y los mapas? ¿y YouTube? No es tan sencillo. Sé que hay alternativas, pero.
Seguiré contandoos cosas sobre el capitalismo de vigilancia, seguro. E intentaré ser coherente con lo que os digo. ¿Es viable dejar de usar los servicios de Facebook? ¿Tiene sentido o tiene más sentido intentar combatir al gigante desde dentro? ¿Es demasiado grande para caer? ¿Qué necesitaría realmente para usar una alternativa?
Muchas preguntas y pocas respuestas de momento. Solo un par de enlaces más por si tenéis interés: el informe de Amnistía Internacional donde acusa al modelo de negocio de Facebook y Google de amenazar los derechos humanos (en español), y la extensión de Firefox llamada Facebook Container, que abre todas las páginas de FB o Instagram en su propio contenedor, evitando que te rastreé por todas las webs donde hay un botón de me gusta o de seguir (porque así saben todas las webs que visitas, lo que navegas, tus gustos, etc.)
🎧 Escrito escuchando: Calle 13 – El Aguante (Spotify)
Es viable salir de Facebook, ánimo con ello!
Yo hace tiempo que me veo en esa tentación de chapar facebook. No entro mucho, no me interesa, y cuando lo hago, es para cabrearme. No compensa.
Es imposible eliminar una cuenta de F, solo suspenderla. Aunque hay un enlace para eliminar la cuenta, los años pasan y cada cierto tiempo, F te tienta con un email haciéndote pensar que alguien intenta usar tu cuenta (esa que has eliminado).
En cuanto a los otros ser-vicios de F. Las mejores decisiones que tomo cada día, en contra de la opinión de muchos es seguir sin usar ni WhatsApp ni Instagram. Y hay gente que me sigue saludando por la calle.