Recuerdo cuando salíamos del colegio de las monjas y todos los que vivíamos en la misma zona (a unas pocas manzanas dirección el muelle) nos apelotonábamos dentro de una cabina para llamar a números aleatorios que empezaban por 900 porque un día alguien nos dijo que esos eran gratis. O cuando se te acababa el saldo del recién estrenado móvil y no podías ir a ningún sitio a comprar una tarjeta de recarga y tenías que llamar a alguien. Vamos, ¡hasta recuerdo una vez intentar comprar unos créditos o monedas virtuales o algo así de un juego a través de una cabina en la calle en Santander! La de historias que se habrán vivido en estos lugares…
