Hoy he publicado un proyecto increíblemente frustrante. Hace casi diez meses que fue la fecha de entrega –y se entregó después de un curro brutal– y a partir de ahí entramos en una espiral de esas que solo creerías si te lo cuento en persona con unas cervezas encima de la mesa. Tanto es así que ni siquiera quiero compartir el proyecto con nadie. Mejor bajar a la panadería del barrio y celebrarlo con un pan de nueces y pasas y unos rollitos de canela. A lo loco. Y a pasar página.
