Hoy estuvimos en el edificio del fondo (la terminal de cruceros, espectacular) y a la vuelta me puse a caminar, y caminar, y caminar. Al final del día, unos 25 kilómetros, muchos de ellos escuchando las olas del mar antes de adentrarme en el más calmado Douro. Estoy molido pero también necesitaba esta desconexión del mundo.
